Muro Je t'aime

Muro Je t'aime

sábado, 1 de noviembre de 2014

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El horizonte se recortaba contra la puesta de sol mientras la ciudad, como un gigante soñoliento, comenzaba a adquirir los colores de la noche. Los escasos rayos de sol proyectaban largas sombras al estrellar su mortecina luz sobre las casas y el viento silbante de una tormenta de verano se colaba por los recovecos recorriendo el vacío de los rincones olvidados.
            Era jueves, de agosto, del año 2014. No había podido dormir apenas en los últimos días por el maldito calor, pero eso acabaría después de esta noche. Las oscuras nubes anunciaban la tormenta desde el cielo mientras el retumbe de los truenos llegaba a través de la ventana. Contemplaba la calle desde su casa como un águila sobre el cielo examina el terreno. Jaime tenía la sensación de estar contemplando un cuadro, el cuadro del mundo que podía ver a su antojo desde su pequeño escondite. Lo sentía mediante el olor de la lluvia, los tranquilizadores colores del crepúsculo, el tacto frío del alfeizar, el sonido de la calle y el regusto de un café cargado. Desde su atalaya se dejaba invadir por el sosiego soñoliento de la atmosfera que le rodeaba. Los párpados comenzaban a pesarle mientras la mente divagaba sin sentido acerca de cuestiones absurdas. El estallido de un rayo apareció en el horizonte como el fogonazo de un cañón, sin embargo era mudo. Uno… dos… tres… cuatro… cinco… el grave sonido del trueno llegó mucho después. Habría estado bien poder dormir esa noche, pero había trabajo que hacer. Pensó en cerrar la ventana pero la dejó entreabierta, no quería perder ese olor mágico de la lluvia en agosto.
            Se sentó frente al escritorio y vio parpadear el cursor sobre el folio digital. “Ahora o nunca” se dijo a sí mismo.
            ¿Por qué tanta necesidad del simple hecho de escribir? (esto lo había leído en algún lado, pero ahora no recordaba donde). ¿Qué tenemos que contar?, y, lo que es quizá más importante: ¿A quién tenemos que contárselo?. En el corazón de cada uno de los hombres y mujeres que nos dedicamos a esto sabemos que hay una necesidad; una necesidad incomprensible que tratamos de plasmar mediante palabras para poder hacerla tangente, física, sensible. Pero esta necesidad, este concepto ¿qué es?,  ¿se trata de un miedo a algo, de la realización de algún sueño, de la loca historia que soñamos la noche anterior?, no, es algo más complejo. 
            Cuando yo, como escritor que me considero, escribo sobre una historia que se me ha ocurrido ¿qué estoy haciendo?; estoy inventando personajes, una trama, conflictos en los niveles sociales, emocionales y vitales de las personalidades que he inventado, etc. Pero lo más importante parece ser lo que más se pierde a la vista, transmitir una idea, es decir, tener una aportación al mundo, algo que quieras hacer experimentar a tu lector. Ahí es donde radica el problema que nos lleva de vuelta a la cuestión inicial, ¿qué tengo que decir?. Si queremos llegar a ser algo más que una especie de escritores-hembra/pasivos (como diría cierto maestro) debemos plantearnos estas cuestiones; ¿qué decimos al mundo cuando escribimos?, ¿cuál es nuestro mensaje?.
            En mi caso tengo algo muy claro: empecé a escribir como evasión. Imaginar siempre ha sido más fácil que pensar en los problemas. Solo miras al horizonte y dejas divagar la mente por los senderos que ella escoja, pasando de los temas más trascendentales a los más absurdos. Preguntarse qué habrá de comer hoy para pasar después a reflexionar sobre el sentido de una vida a la que apenas acabamos de conocer. Eso era para mí escribir al principio, huir de un mundo que no me gustaba y crear el mío propio. Estoy seguro de no ser el único que comenzó su camino por este sendero; la vida no es fácil y verbalizar cosas que no entendemos puede llegar a ser tan complicado como intentar entenderlas. Los que empezamos así escribíamos para perdernos y no nos dábamos cuenta de que no había mensaje, todo era evasión, pura imaginación desbocada sin propósito alguna más que el de escapar sin ser conscientes de nuestra propia huida. Creo que, en cierto modo, sigo haciendo lo mismo cada vez que anoto una idea en los trozos de papel de un billete de autobús o en el cuaderno en un aburrido día de oficina; sin embargo hoy intentaré otra cosa. Intentaré escribir para encontrarme. 
            Jaime se retiró un poco hacia atrás y revisó lo que acababa de escribir. Había estado completamente absorto en su meditación, en esa nueva forma de escribir que estaba llevando a cabo se estaba descubriendo a sí mismo mediante su propio pensamiento. Era novedoso, temerario en cierto sentido per tenía un toque placentero poder hablar de algo que realmente conocía, que no estaba inventado. Por un instante estuvo seguro de que aquellos veinte minutos que había empleado para escribir tres párrafos le habían servido más que los cientos de horas que había pasado perdido en su cabeza divagando. Ahora no había tiempo para perderse. El café estaba ya frío pero no importaba. Se acercó de nuevo al escritorio. La lluvia repiqueteaba contra la ventana interrumpida en su monótono sonido únicamente por el tronar distante de la tormenta y el soplo del viento. El olor había inundado la casa entera y la atmosfera que transmitía era de lo más placentera.
            Quizá estoy loco al intentar encontrarme a mí mismo mediante la dicción mental de palabras que luego mis dedos, mediante el teclado, plasman en el papel. Es un círculo sin retorno de lenguajes: conceptos mentales pasados a números en el ordenador que los conmuta en palabras las cuales son recibidas de nuevo por mi comprensión. Todo parte de mi cabeza y regresa a ella, pero transformado en algún sentido sensible; casi se pueden tocar las ideas. 
            ¿Qué estoy haciendo al escribir esto?, ¿cuál es la diferencia respecto de perderse?, al fin y al cabo el lenguaje usado es el mismo para ambos caminos, sin embargo presiento que en este hay algo de verdadero que no se encuentra en el otro, una especie de descripción del interior. Con esta escritura reafirmo mis pensamientos creados de forma empírica, en cierto sentido lo que hago es ver la realidad a través mis propios ojos, entenderla como mi mente la entiende pero viéndola desde fuera, con una perspectiva diferente. Al escribir para encontrarme interpreto mi propio mundo a partir del mundo común. 
            Es un instante de verdadera gloria (Y así era. Jaime estaba sumamente feliz en el momento en que golpeaba las últimas teclas que daban forma a su idea) viendo las cosas desde fuera pueden rejuzgarse con un valor añadido; el de ver lo propio como ajeno. De este modo ¿cuál es el objetivo final de escribir para encontrarse?, creo que finalmente he hallado la respuesta: transmitir a otros la visión del mundo según mi criterio. 
            Ahora bien. Partiendo de la base de que el principio está definido, ¿de qué modo se llega a introducir al lector en este mundo?. Mediante principios abstractos o deducciones como las que se han llevado aquí el lector se aburrirá antes de leer siquiera dos páginas. ¿Qué interés tiene mi mundo para el lector si no lo entretiene enseñando?. Quizá debería escribir únicamente tratados teóricos; ser leído y estudiado por unos pocos curiosos, tratar de convertir el arte de la belleza, la enseñanza y el entretenimiento en un mero compendio de conceptos teóricos bien explicados, pero no. Siempre se ha sabido que la lección mejor aprendida por el alumno es la que lo divierte, la que le enseña principios e ideas de una forma encubierta; de modo que en tal caso se debería apuntar a una historia inventada cuya idea final a transmitir fuese un pensamiento propio. Encubrir las verdades con los velos de la ficción y lanzarlas a las conciencias ajenas donde crearan semillas de un mundo distinto al de la propia conciencia afectada la cual deberá someter a juicio los valores transmitidos. 
            Jaime respiró aliviado. Entonces ya estaba, había llegado a esa deducción por sí mismo escribiendo las palabras que le dictaba su mente. Aquella era la respuesta. Trató de resumirla en una sola frase.
Por todo lo dicho, si como escritor interpreto la realidad común, e intento transmitir esa interpretación a otras conciencias de forma satisfactoria independientemente del individuo que se trate, deberé tomar un camino medio, a la hora de escribir, entre el encontrarse y el perderse. Por todo esto infiero que un escritor al escribir debe perderse para volver a encontrarse durante el primer proceso. 
            Que claro todo, que gusto al leerlo y releerlo… era como un sueño hecho realidad. Había hallado la manera de escribir sus historias, el por qué de su vacío esencial. Decidió que al día siguiente comenzaría a escribir una historia. La idea era sencilla, un personaje le serviría de fachada y él iría escribiendo todos sus pensamientos, transmitiéndolos ocultos bajo el velo de la ficción. La atmosfera del personaje al escribir sería la misma que le rodeaba a él, quizá introdujera algún cambio pero no demasiado significativo. Escribiría en cursiva los pensamientos del personaje, cuando en realidad los pensamientos eran suyos, y con letra normal la historia propiamente dicha. Una sería la parte en que el escritor se encuentra; y la otra la parte en que se pierde. Pero todo eso lo haría mañana, era tarde, y había que acostarse ya

viernes, 18 de julio de 2014

VERDAD , EMPIEZA CON "VER"

Mi padre solía decir que las mariposas eran insectos , y yo solía decir que las mariposas eran simplemente de colores. La biología siempre le queda a alguien para septiembre, pero los colores se nos dan bien a todos. Así lo veía yo .

- Tus 10....Vuelan 
- Tus 15... Se apresuran
- Tus 20...Te enloquecen
- Tus 25...Te permiten
- Tus 30...Hacer cosas
- Tus 35...Importantes
- Tus 38... ¡ Cágate de miedo!
- Tus 40... Huele a caca por aquí .
- Tus 45... Ya no eres un crío 
- Tus 50... ¿ Por qué no lo hice?
- Tus 55... Si volviera a nacer...
- Tus 60... Hijo, hazme caso 
- Tus 65... Los Domingos, los nuevos Viernes: Fiesta=Familia unida
 . Tus 70... Tengo arrugas en el corazón
- Tus 75...Vuelan
- Tus 80...Se apresuran
-Tus 85...Te enloquecen 
- Tus 90...Te permiten...
-Tus 95...Morir.

Si pudiera habérselo explicado así a mi padre , seguro que hubiera entendido el color de las mariposas. 



miércoles, 11 de junio de 2014

TE VOY A LEER

Sí, eso exactamente. Me despedí en el cuarto de baño después de pedir perdón. No, estaba como dormida, vendía mi nostalgia a cambio de un poco de escucha. No sé, las personas hacemos ese tipo de cosas, ¿No? Pedimos perdón por contar nuestra mierda, por desahogarnos, por obligar al otro a que te escuche y se encharque de tu negro aún cuando no quiere, y le ahorca el compromiso. Pedí perdón por desear más que nunca, tener mi momento de protagonismo. Ya sé que está mal. ¿ Y a mi qué? Tenía que probarlo. A veces todo va tan rápido, que no te da tiempo a disimular. Sí, disimular que eres tú y no otro el que te preocupa. Bueno...Quizá. No, él no dijo nada. Le odié, por no subirse conmigo al escenario de mi tragedia, por quedarse tan quieto sumergido en el papel de...: Venga,acaba ya. Y claro que es mi amigo. ¡Joder! No le gustará el teatro. Bueno...no sé, nunca dice nada. Ojalá no guardáramos tantos secretos, luego explotamos con el pus en el corazón y entonces...A nadie le importa lo que te duele, el dolor es invisible y es tuyo. Es como la fe, creer o no creer, en eso se basa todo. La diferencia entre la fe y tu colega de moratones invisibles, es que la fe te sirve para algo y el pus del corazón ajeno...¿ A quién coño le sirve? Por eso, pedí perdón. Porque con el tiempo aprendes, que a todos nos cuesta abrir el libro y ponernos a leer. Si tienes que leer, que sea un resumen. ¡Putos vagos!¿Dónde están los eruditos sentimentales, esos bohemios que aman la literatura de las personas a las que quieren?¿Dónde?[...] Si se disculpan antes...quién sabe, igual lea un par de quijotes.

martes, 10 de junio de 2014

Es el silencio el más bello de los poemas...
Y el que da a luz a todos los demás
en un estallido mudo.

jueves, 29 de mayo de 2014


Nunca escribí así, pero hoy me levanté cansada y vomité el periódico.

Polvo de arena

Mi tierra tiene pañuelo amarillo y la mano en la torá.
Sonríe catedral,
¡Cuánto tiempo durará,
su secreto de cristal!.

Vestida de mudanza, palomas se van.
Violada por tantos hombres,
¡¿Qué más quieren robar?!.

Hambre de ilusión; comer con las manos.
Trajes valentones, trabajo inventado.
Democracia prometida,
no hay casamiento, sino imposición.

Mi tierra, ya no baila en tacón.
Mi tierra, me salpica de nostalgia.
Mi tierra, cura en carne viva.
Desnuda, se duele, se olvida :

(La tierra habla)

"Estigmas por amor tengo,
estigmas para odiar sano.
Dame tu mano,
      te doy mi corazón."

sábado, 17 de mayo de 2014

Lacrimosa

Y andamos por la senda pegajosa de la indecisión y el desastre , a nuestro paso la fragancia del fuego que arde .Mordiendo el veneno que guardábamos para los buenos , se cosechan manzanas , nadamos infiernos. Cuando el atardecer llega y el silencio nos despide, sólo el desprecio por uno mismo toca el piano . Aquí dentro no queda valor , ni empeño , ni pasión que contamine los sueños . Que me duele esta fe tan tardía , que me viene a vestir un santo sin nombre , que te creo , que no entiendo el fin de nuestros días . 
Sepultados con amor por sacrificio , advertimos que algunos mueren de viejos y otros antes de pena.  
Esto son lágrimas señores , lágrimas que no sueñan con mar sino con barro . 
Tocarán las palmas cuando me vaya , y el cantar de chimeneas en invierno será para el recuerdo . Porque los ángeles negros también lloran y la primavera arranca flores en algunos cuentos . 

Lo siento , en realidad no . Yo no voy a morir , no debo morir , no. Yo , no sé cómo se muere . 

jueves, 8 de mayo de 2014

Irónico amor



Y sí..
¿Cuantas veces te he dicho que no me llames mientras estoy en el trabajo?
¿Cuantas veces te he pedido que no vengas antes de las 8 a buscarme?
¿Cuantas veces te he dicho que no me digas nada sobre el cigarrillo que me fumo después de comer?
¿Cuantas veces te he hablado de mis manías con la ropa y sobre el tema de dejarla tirada por el pasillo? , no te cuesta nada dejarla en el cesto.

Pero creo que si te marcharas, si no me perdonaras cuando nos peleamos tontamente, solo seria capaz de recordar todos tus tontos vicios odiosos. Creo que apagaría el cigarro de después de comer por la inercia que me causaría la falta de tus replicas sobre dejar de fumar. Creo que me marcharía corriendo, de la reunión mas importante de mi vida, porque al mirar el teléfono no hubiera cientos de llamadas tuyas. Creo que no sabría que hacer si no oyera el claxon de tu coche esperándome a las 7:40 en la salida de la oficina, aun cuando sabes que salgo a las 8. Creo que no volvería a sonreír nunca mas, si no tuviera que esquivar las mil prendas que dejas por el pasillo todas las mañanas.

¿Qué ironía verdad? Creo que estoy de verdad enamorado de ti, tanto que me enloquecen tus locuras, tanto que estoy pillado de tus defectos, tanto, que no sabría que hacer sin ti.


El carácter de los jueves

 Jueves. Pinté corazones en tazas de café en los apuntes . Seguro que la profesora no está enamorada.Literatura borracha . Me vestí de negro . Este sol que duda . Tenía que llover. Tres cigarrillos . Ganas de robar napolitanas de chocolate. Las doce de la mañana . Mataremos la risa . Se besaba con otra chica . Sólo queda volar. Dalí me deja con el culo al aire. Realidad con limón para disimular el sabor . Desconozco cómo se llama la chica que me espera a la salida . Llovía . Ahora no . Me acuerdo de ti . No estás . La gente se juega la vida de camino al trabajo . No es posible . Me duele el pecho . No . Me dueles tú . Quiero que mi hermano vuelva a casa . El polvo de la guitarra . Comer acompañada . Mamá tiene una herida . Tiene la cara llena de despedidas . ¿Huele a mar?. Madrid . No salgas de aquí . El poder del azul . Las promesas que te debo . Vuelvo . Nombrarte sin querer . Están enfadados . Mosquitos indignados . Repelente para dios . AYÚDAME. Se quitó los ojos . Mira con las manos. Que no me toque lo que no cuento . Los cuentos siempre se acaban. Soledad. ABRÁZAME . Nos estamos perdiendo. Segundas oportunidades . Hacerse viejo en Moncloa . Se consume . Dos cigarrillos . Contar mentiras .Volverán golondrinas. TRALARÁ. Periódico personal . Las noticias de nosotros . Gente buena en todas partes . Mañana quizá me salvaré. Apaga el ruido de tus sueños . No seas gilipollas . Reírse de verdad . Agujetas felices . Chocolate con churros . AHORA. La eternidad de las noches felices . Una luna protestante . La religión de los astros . APAGA . VÁMONOS.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Busco.



Busco un depósito de sueños
sin polvo en las pestañas,
un beso epicúreo sin contraindicaciones,
un lejos de tu cerca más peligroso,
un revés sin etiquetas made in china,
una caricia sin segundas intenciones,
una marioneta que aún conserve sus latidos.
Busco un rescate sin secuestro,
un escondite para mis pecados capitales,
un suelo sin arenas movedizas,
una sinrazón que no me ataque,

un desliz en tus formas racionales.
Sandra Barrera Martín

Cuando se posa el hastío

Chicos, con su permiso, os dejo el último poema que hemos vuelto a escribir Javi Rubio y yo, fresquito de esta mañana:

Cuando se posa el hastío
Si de mí esperas un amargo aullido
te ofreceré caricias de protesta
bajo la sombra de mi fe enhiesta,
bajo el llanto de un corazón tullido.
Aquí, entre flores de arena perdido
riego con lágrimas en carne viva
semillas de una muerte permisiva
tras sembrar los vientos del olvido.
Anidé, pájaro nocturno, en tu pecho vacío,
vacío de sueños y de rendidas pasiones
declinando el vuelo, abrazado a la ceniza
dibujo con tiza un retablo de obsesiones,
y tú, estrella de blancas plumas,
mi tintero que rezuma, mi As de corazones.

domingo, 4 de mayo de 2014

El nombre de los besos malos

Yo te he dado besos , besos míos ... con los que tú enseñas a otras almas .  Con este amor de rodillas no perdonaré, he pasado la vida entera construyendo los versos de boca ; he escrito el dolor , la juventud , y el porvenir en un lenguaje secreto. Tú lo quieres compartir , olvidando que me compartes con muchos otros, gente que jamás conoceré saben lo que sé , entienden quién soy yo , y besan con mi mismo amor . ¿ No crees que es cruel ,que me quites mi identidad y mi forma de bailar ? Los besos se gastan con chivatos como tú , que absorben los buenos secretos. Después de todo , ¿Alguien saca del anonimato a aquél que le enseñó a amar? Todos somos de todos , y aquí en esta tierra compartimos lo que no es nuestro , y el cristiano dice que es lo que debe hacerse porque el amor es muy grande y yo digo que es un pecado porque lo mío siempre debió ser nuestro y de nadie más . Yo te he dado besos , besos míos...con los que tú enseñas a otras almas. 

La revolución.


Un pequeño vómito de hace mucho tiempo. Perdonad que sea un poema tan desordenado y hermético. Libre interpretación:

La revolución llegó
cuando todos nos habíamos marchado.
Las trompetas. El cambio
esperaba una llamada hueca,
la víspera de una solución,
el estruendo del mar
rompiendo la marea
entre sus dedos;
todos se arañaban los huesos
besando las puertas.
Del vientre nacían
la vida y la madre,
el hombre y la tierra,
la muerte, la esperanza.
A las sombras vacías
iban a bañarse los sueños
y el delirio infantil
de haber sido un héroe
cubierto de polvo seco.
Y mientras la agonía
se posaba en hombros
de la crisálida nube
de mármol,
tú y yo persuadíamos
al dolor y al fuego
vivo sin llama
arrepentido de ser
padre
de tus cenizas.
Al desierto y del desierto
venían nuestras pasiones
ligeras de equipaje,
pero tú ya sabías
el destino que tienen las dudas,
y cubriste de falsas verdades
mi techo de nieve,
derrumbado por el peso
del tiempo fatigado
de correr sin descanso.
La voz del que calla
se escuchaba entre cortinas,
culpándote del origen
de los pálidos muelles
desiertos, sin almas,
sin barcos encallados
en sueños de arena.
“Te perdono” dijiste en voz baja,
y anidaste un alfiler de hielo
en mi pecho lejano.
Me acusé de amar
sin ser amado,
de volver
sin haber regresado,
de olvidar
sin haber perdonado.
Te juzgaron por libre
en esta habitación de extraños,
hombres de ciencia
entregados a la pobreza
del soberbio mal
del sabio.
Pero resististe,
fundida en oro y sangre,
en estiércol y plata,
en tediosa fama,
asidua, perdida,
apagada vela
en tu dolorosa doctrina.
¿Cómo pudiste dejar
el olvido
en el fondo
del vaso más vacío?
Así volvió el abandono
a su nido de paja
y hierro,
así volvió el viento
a sus alas,
así sueña cómo muere
la memoria
entre tus sábanas.
Tanto tiempo
buscamos en los ríos verdes
la salud de toda madrugada
el brillo lunar de las sonrisas
que ya estaban apagadas,
y no encontramos más que tinta.
No.
No encontramos nada.

La justicia fue silenciosa,
sobornada y certera.
La revolución llegó
y la soledad ganó la guerra.

sábado, 3 de mayo de 2014

Apología de la vida, la marihuana y la poesía.

Esto es un pequeño ensayo sobre lo que creo que es la esencia de la vida, y como participan en ella la marihuana y la poesía en particular, son ideas que se me vienen a la cabeza de vez en cuando y que terminan de explotar cuando me enciendo un canutito y leo algo que me eleva:

La Naturaleza es una diosa suprema y como parte de ella todos somos dioses minúsculos que realizamos cada día continuamente el único milagro que existe en la vida, que no es sino la existencia de ella.
                La marihuana es una puerta de acceso al sentido, olvidando –no del todo- el pensamiento racional. Y no siempre porque a veces es causa de reflexiones profundas. Pero en ciertos momentos, el acto se convierte en un rito profano de exaltación, la explosión de la dicha frenética del mundo. Y se produce una sinergia entre la planta y tú, experimentando la elevación del espíritu, que sufre orgasmos de vez en cuando, al encontrar el alma embargada la belleza de la Naturaleza y sientes sentir la vida, te sientes vivo y eso exalta al cuerpo anhelante, ávido de vida. Te encuentras a ti mismo, con el sentir, y parece inabarcable el océano del alma, la turbación surge y el desaliento, ante algo que no tiene fin, pues cambia. Todo es cambio, el cambio constante del Universo, eso es algo de lo que se ocupa la física, este cambio constante e ininterrumpido afecta a lo particular: a ti o a la brizna de hierba que parece acostumbrada al baile suntuoso al que le invita el viento. A cada átomo de ti afecta ese cambio. Pero no hay que ceder al desaliento ante lo inabarcable, sino explorar lo máximo posible, gozando. Y en ese momento de ebriedad, no sólo de la hierba, también de la percepción del propio espíritu, todo es tranquilidad y paz. Te das cuenta de los otros entes, si se acerca un perro, unas manos invisibles salen de ti y acarician ese algo invisible pero tangible que también posee él. Y no sólo con el perro, sino con el árbol que reposado medita junto a ti, tú, que crees que ese árbol no siente nada, que sólo está ahí.
                Obviamente la forma de recoger todo eso es la poesía, que es la forma de canalizar el marasmo desbordante del alma y a la vez producirlo también. Dejándolo para la eternidad, escrito de forma bella y misteriosa, porque el misterio es su esencia. Es un patrimonio personal, pero también para el ser humano y por tanto para el universo entero, la poesía es la respuesta confusa que le damos a este último cuando nos hace llegar la vida. La prosa también, no es una cuestión de géneros literarios, nacidos de clasificaciones racionales necesarias para aprender conceptos –no hay que despreciar lo racional, hay que reivindicar el sentir irracional del cuerpo y el alma-. No es un género, es una forma inexplicable, el poso de nuestra existencia y experiencia.

                La poesía es el gemido que hacemos eterno cuando la Naturaleza, sensual, masturba de forma sublime y sagrada el espíritu. Cuando nos unimos a la Diosa que es madre, amante e hija.

lunes, 28 de abril de 2014

Verborrea Nocturna

Este es (casi) el único caso en que he escrito algo de manera (casi) automática, del tirón. Es uno de mis poemas preferidos, espero que os guste.

Verborrea Nocturna

Me ha invadido ese típico momento
en el que algo desde dentro
exige salir, y llama la atención,
si no es por las buenas, tocando a muerto.
Si miento
que me parta un rayo.
Maldita sea la lluvia de mayo
que me pone a secar al baño maría
los sueños que día a día
me roían
las ratas.
Y que por una o dos erratas
suspendiera el examen de celos
al compás de un par chelos
y un piano consentido...
"Tiene sentido" -
pienso mientras miro una nube,
que si bien tuve, retuve.
Y es que claro,
ante la noche y su amparo,
los errores son más,
pero menos graves,
porque donde unos labios son la clave,
una sonrisa, la perdición;
la cual siempre me pilla a traición
y con un pérfido "¿tienes fuego?"
me convierte en pan para hoy
lo que será hambre para luego.
Y sigue el juego,
que nunca doy abasto:
si me cago en la sota de bastos,
la cosa pinta en copas.
Ahora bien,
cuando escasea la ropa,
hace su agosto el amor.
Y no es mal sabor
el de las hojas del otoño
tapizándome el suelo de El Buen Retiro
cuando me tiene a tiro
la lluvia
mientras reto al ángel caído.

sábado, 26 de abril de 2014

La oscuridad

Hoy te has manchado , tu mirada huele a estiércol  y tus manos están tristes : ¿ Lo arreglamos?



jueves, 17 de abril de 2014

XXXVIII

Esto surgió a raíz de escribir un poema, releerlo y decidir que cada vez me convencía menos. Lo desmonté, eliminé por allí, reciclé por allá y salió esto. Para no variar,respeto la rima, pero no la métrica. Espero que os guste.

XXXVIII

Nunca es tarde para seguir soñando,
pintando noches en technicolor
en las que le descosía una sonrisa o dos
cuando todos los gatos eran pardos.

Harto de encaramarme a su boca para luego no saber bajar,
me dedico a mal honrar su memoria gritando:
"¡Ya solo recurro al whisky de vez en cuando
jugando a los dados con cuchillas de afeitar!"

Cada vez más ella, cada vez menos yo,
arrieros fuimos y, en el camino, sepulcros de besos,
volver a pintarla con un suspiro blasfemo
y seguirla al infierno, de donde llegó.

A corazones, como a cojones, es mejor echarle un par,
demostrar a la luna que también sabíamos sembrar pecados,
que elegimos carne en lugar de escoger pescado,
que nunca nos olvidaremos de soñar.

Sin título. Sandra Barrera Martín

¿Que por qué no tiene título este soneto? Pues porque lo inspiró una noche "intitulable", lo inspiró una noche de esas que te marcan de por vida, una noche de la que necesitaba dejar constancia... sin embargo, no hallo título que pueda englobar tantos sentimientos y recuerdos enlatados. 

Ven, déjame enseñarte la poesía
de amar dejando atrás toda frontera
que vede ser febril enredadera,
salaz descubridora de tu hombría.

Déjame terminar con la sequía
de incandescente frenesí, espera
voraz mi lengua de versada fiera
indómita impregnada en ambrosía.

Seamos insensatos y blasfemos,
pequemos con los actos más lascivos,
que al salir de las sábanas seremos

dos dementes amantes fugitivos
jugando al veo-veo con extremos.

de morderme los ayes más furtivos.

Sandra Barrera Martín


El súper hombre

"Vive de manera tal que desees vivir nuevamente, ¡Tú, vivirás otra vez!." Nietzsche

*Instrucciones de uso del contenido : No lean el siguiente texto, sin escuchar antes la canción que comparto más abajo. 

La maté , no pude resistirlo . No soy esa clase de personas que escriben historias para reinventar al ser humano . Más bien escribo mi cuento con errores gordos y en mayúsculas, odio aquello con lo que los griegos crearon toda su maraña literaria ; el sino . Pienso que es mejor cagarla hasta el fondo , que dejar que el sol salga por la esquina equivocada. Elegir uno mismo
¿Saben a lo que me refiero?
No sé , el porvenir no es muy atractivo¿No?Después de todo, uno se inclina por la chica rubia que no conoce a Woody Allen y que bebe cerveza con limón para impresionar. Porque digámoslo así , la peliroja de pecas infinitas es demasiado lista , demasiado interesante , demasiado responsable , es demasiado perfecta para contaminarla de realidad. Y quién sabe , puede que terminara siendo otro jodido fracaso más en la lista de mujeres , y que no fuese tan guapa después de las 5 , incluso que me pidiera sexo cuando quisiera darle amor . No sé , es posible que entre las dos opciones una , tenga ese encanto seductor con pinta de no agotarse nunca y la otra parezca comida para pobres . Sin embargo , nadie puede negar que la rubia y la peliroja tienen morbo , tienen sus posibilidades , tienen sus consecuencias ... ¿ Lo ven? Esto es a lo que llamo yo , joder al sino . El puto clímax de la peli , que es al fin y al cabo por lo que la gente va al cine. 
"Dame errores gordos , y te daré una gran historia" parece una cita célebre , pero les aseguro que me la acabo de inventar . 
Bueno , y ahora es cuándo alguien me para y me pregunta por el final . Siendo fiel a mi confesión del principio ( ya saben que no soy precisamente, un romántico) voy a joderles la historia . Y bien...¡Escogí a la rubia! . Y me salió muy bien . 

Me gasté todo el dinero ahorrado de niño , comí en los mejores restaurantes de Madrid , salí , bailé , me emborraché , hicimos "el amor" , era bonita incluso con la resaca entre las sábanas.No tenía ni idea de cine , ni de música , más bien dejaba que yo hablara siempre ; lo que me hacía sentir sabio y poderoso . Tenía  ese caminar que muchos consideramos las piernas del infierno , un buen culo y gusto con el pintalabios. 
¿Buscamos un "Pero"? 

El "pero..." , se llama : la vida honrada , adiós al narcotráfico. 

Siempre jodiendo el destino , el sino , o lo que cojones sea ... Todos elegimos la vida que nunca debió ser nuestra , porque el placer de ser quién quieres ser es mucho mejor que abandonarse a lo que te conviene. Y así decidí que la rubia debía morir. Volver al amor puritano y sin sobresaltos con una peliroja cualquiera , que me quisiera y envejeciera conmigo sin que le importara que se lo hiciera como un semental . Porque eso es el amor , ¿ No? . El amor propio . Pensar que todo lo bueno te pertenece , porque estabas destinado a ello . Por eso no creo en el romanticismo , creo en la suerte ; algunos la tienen y otros no . Yo soy de los que nacieron con una flor en el culo , a pesar de alimentarme de comida basura. 

En el fondo , salir de la mierda es como chuparse el dedo ; irresistible , económico y para toda la familia. 

Pero háganme caso en una cosa : Primero, la rubia . 





miércoles, 16 de abril de 2014

No sé quién eres

—¿Qué es el alma? —la pregunta me pilló por sorpresa.

Había vuelto a poner esa cara que la alejaba tanto de mí. Sus ojos se perdían en el inmenso azul, mientras las olas lamían sus tobillos. No supe qué contestarle, pero estaba segura de que tampoco esperaba que lo hiciera.
Había sido así desde siempre, desde pequeñas. Ella se perdía en sus reflexiones, en un lugar inaccesible para mí y de pronto me hacía una pregunta extraña a la que yo jamás respondía. Aún la recuerdo perdida en el bosque, cuando no levantábamos más de un palmo del suelo. Nos habíamos ido a pasear por el jardín de atrás y al encontrar la verja abierta, habíamos decidido extender nuestra excursión al bosque. Empezamos a correr y correr entre los árboles, lanzándonos embrujos y maldiciones hasta que empezamos a no ver bien. La tarde había ido avanzando y el sol se había ido escondiendo tras las encinas, mientras nosotras nos divertíamos. Tratamos de volver a casa pero nos habíamos adentrado tanto en la espesura que el camino no se veía bien. Después de un largo rato sin hablar, ella se sentó entre las raíces de un gran árbol.

—Estoy cansada —me miraba—. ¿Podemos dormir un poquito?

Siempre me preguntaba como si yo tuviera todas las respuestas. A veces me enfadaba con ella por eso, me molestaba que se burlara de mí, porque las dos sabíamos que ella era la más inteligente de nosotras.
Nos acurrucamos entre las raíces, ella sentada con la espalda apoyada en el grueso tronco y yo apoyando mi cabeza en su pecho. Me rodeó, como solía hacer, con un brazo para darme calor y me quedé dormida. Cuando desperté, aún era noche cerrada, pero ella no había cerrado los ojos. Los clavó en mí y murmuró:

—Algún día moriremos ¿no?


A la mañana siguiente nos encontraron entre las raíces de ese mismo árbol y todo volvió a la normalidad, pero aquella primera pregunta se me quedó grabada a fuego.

domingo, 13 de abril de 2014

Poema sin título 1

Traigo un poema que escribí hace mucho, sin embargo es de esos que, vaya usted a saber por qué, le coges cariño y te resistes a concluirlo, pero te das cuenta de que cuanto más lo intentas alargar, más lo jodes, así que recientemente decidí que se quedaba como estaba. Como soy contrario a la opinión de asociar poesía exclusivamente a lo trascendental, lo profundo, etc, opté por un tono irreverente y un estilo desenfadado. Aún no tiene nombre (creo que voy por el cuarto poema sin nombre >_<).


Poema sin título

Igual que para un beso te escribo una canción,
te escribo en un post-it “Tonto el que lo lea”,
me cansé de echar piedras al tejado del amor,
me zafé de altos vuelos y me casé con la fea.

Que la nena es experta en llamar la atención,
como buena mujer que es, mi niña jalea.
Ya lo dijo Harrison: “Aquí llega el sol
y yo nunca hago ascos a una buena pelea:

Que el ring de batalla sea siempre un colchón,
la banda sonora jadeos y apneas,
quemar telarañas en cada rincón
y no dejar nunca subir la marea.

Velitas y vino, langosta para cenar
y bajo la mesa jueguecitos de manos,
besos, mordiscos, brindar con champán
y antes de las doce te he salido rano.

Para que no te vayas me pongo a cantar,
y no canto bien, pero hablo bien cuando canto,
y ahora compitamos para demostrar
que en asuntos de amor, ninguno es un santo.

Menos onanismo y más vida social,
que los dictadores sean derrotados,
que tenga buen ojo, más que el huracán,
que todos los coitos sean acabados.

Tú diste una orden, yo la espalda al mar,
y para hacer tiempo liberé a los esclavos,
tu cuerpo serrano, que no falte el pan
y dame a probar que compartir es de hermanos.

La tragedia de Robert Dickinson

Cuando trabajaba en una academia dando clase de lengua, un día me encontré con que necesitaba urgentemente un texto literario para que analizaran mis alumnos y no tenía ninguno a mano, así que decidí improvisarlo. Para mi sorpresa, me gustó y a ellos también, así que decidí conservarlo. Espero que os guste.

La tragedia de Robert Dickinson
Era una noche sombría y escalofriante. Las luces de las farolas emitían un fulgor amarillento que acentuaba la sensación que desde hacía unos minutos atenazaba el pecho de Robert Dickinson.
De manera automática, casi inconsciente, mantenía una aceleración cada vez mayor en el ritmo de sus pasos. Temía por su vida, y no sin razón. Se había situado sin pretenderlo en el centro de un conflicto de nivel internacional, convirtiéndose en un simple peón a merced de las intempestivas acciones de los contendientes.
Apenas a un kilómetro de su piso de alquiler encontró lo que parecía una prueba evidente de que le seguían: dos hombres, uno a cada lado de la calzada, lo observaban con atención y sin disimulo. Vestían de manera similar, con prendas en esencia oscuras, ocultas bajo un gabán igualmente sombrío.

Tristemente, hemos de avisar al lector de que lo sucedido a continuación no trascenderá más allá de la más simple y gratuita violencia. Solo referiremos que del desgraciado Dickinson a penas quedo algo reconocible. Inocentemente llamado a prestar declaración en un juicio, terminó sus días en un triste callejón londinense; indocumentado y sin posibilidad de identificación, fue tomado por víctima de una pelea callejera y sepultado como “Desconocido”.

sábado, 12 de abril de 2014

En des(me)dida. Sandra Barrera Martín.

Bueno, pues por fin me animo a publicar. Aquí os dejo un poema que he escrito recientemente. Debo decir que me gusta y suelo escribir con más métrica y estructura, pero últimamente me hallo un poco "desestructurada" sentimentalmente y es inevitable que se refleje en mis versos. En mis publicaciones seguramente también deje alguna muestra de mis dibujos, son mi otra forma de expresarme y soltar lo que llevo dentro, espero que os gusten. 


Niego cualquier vestigio de afecto

mientras lío entre mis piernas
esta certeza masoquista
de que nunca voy a cansarme 
de tu respiración agitada,
de tu saliva urgente,
de tu sudor agridulce
sobre mi vientre rijoso.
Habitan en mí
resignaciones autoimpuestas.
Hacer el amor
(contigo o sin ti)
siempre me entusiasma,
me concede tiempo 
para no pensar (nos),

para no tener que confesar (te/me)

que (te) quiero cada día 

un poco más,
que no sé cómo medir
este querer en desmedida,
ni cómo desmedirlo
sin hacer (me) más heridas.



Sandra Barrera Martín


Inspiración terrorífica


Para que esto no decaiga pongo otra publicación. Este relato lo mandé al concurso Madterrorfest, de entre todos los enviados realizaron una publicación con los 80 mejores entre los que se incluyó el mío. Espero que os guste.

Inspiración terrorífica.

            Cuando abrió los ojos estaba sentado frente a una mesa. El tablero era blanco y las patas que lo sostenían de un frío color metálico. Con los ojos entreabiertos observó la habitación. Las paredes, blancas como las nubes, y el suelo, de azulejos tan limpios que se veía reflejado en ellos. Uno de los lados de la habitación mostraba un aspecto distinto. Frente a él había una ventana de vidrio negro. Aquella ventana le observaba, sin vacilar, examinando cada uno de sus gestos, analizando cada respiración y cada espiración; cada reflejo en el reluciente suelo, cada movimiento.
            Adam estaba muy cansado y no podía moverse. Solo haber abierto sus ojos había sido un esfuerzo titánico, reconocer todo lo que le rodeaba, colosal, e intentar mantenerse despierto, ya era demasiado. Se miró a sí mismo, estaba vestido con una camisa y unos pantalones tan blancos que parecían recién estrenados. –“Vaya sorpresa”- pensó irónicamente. Sus párpados pesaban demasiado y los cerró una vez… dos… tres…
            Un fuerte golpe le sobresaltó haciendo que abriera sus ojos de golpe, esperando encontrar cualquier cosa. Al abrirlos vio a otro hombre. Estaba sentado frente a él y le observaba. Sus ojos eran azules y fríos; su pelo rubio, repeinado hacia atrás, remarcaba aún más sus rasgos afilados. Aquel rostro era puntiagudo como un cuchillo, preparado para clavar su fría mirada que asomaba bajo unas cejas fruncidas.
            -Adam, Adam…- Dijo el hombre tranquilamente. poseía una voz peculiar. Adam creía haberla oído antes en algún lugar.
            -¿Cómo se encuentra?- La pregunta resonó en sus oídos. Adam intentó sostenerle la mirada aunque fuese un instante, sin éxito.
            -Muy cansado, ¿Qué hago aquí?, ¿Quién es usted?-
            El interlocutor sonrió y se recostó en la silla sin apartar la mirada.
            -Debería saber quién soy, y también por qué está usted aquí.- El gesto del hombre había cambiado. Parecía decir que Adam le debía algo solo con la expresión de su cara.
            -Pues no sé nada, así que dígamelo usted.- A estas palabras las siguió una breve sonrisa de su interlocutor.
            -Siempre tan directo cuando te sientes amenazado. Eres muy previsible, aunque eso te hace ser quien eres, lo que no tiene nada de malo.- El hombre se levantó de la silla y comenzó a pasearse por la sala.
            Adam observó la ventana. Era oscura, tan oscura que parecía más un hueco al vacío que una ventana. Aquello era una sala de interrogatorios. Se acababa de percatar, pero, ¿qué hacía él allí?
            -Tranquilícese, no hay nadie al otro lado de la ventana, o al menos no de momento.-
            -La verdad, no me fío ni lo más mínimo de usted, así que no me diga si hay gente o no, su opinión me es indiferente- El hombre comenzó a reír copiosamente y, apoyando los codos sobre la mesa, volvió a fijar los ojos en su objetivo.
            -Que desafiante. Su personalidad es fascinante. Bueno será mejor que empecemos.- Adam no lo demostraba, pero sentía miedo.
            El interrogador salió y volvió a entrar con una carpeta repleta de papeles que desplegó sobre la mesa.
            -Usted es escritor y profesor ¿me equivoco?-
            -Sí, lo soy- Quería parecer desafiante, pero su propia voz le sonaba frágil.
            -Sin embargo, esta primera ocupación que he mencionado ha pasado a un segundo plano por lo que parece.- Adam pensó inmediatamente en la gente de la editorial. ¿Le habían secuestrado?, aquello era imposible, pero no había otra opción más lógica.
            -Si es usted de la editorial no tengo nada más que decirles, dijimos tres libros y les di tres libros.-
            El misterioso rubio mantenía su mirada analizadora. Aquella mirada era capaz de atravesar sus pensamientos. Adam sentía que ese hombre podía saber lo que él pensaba solo con mirarle. 
            -No soy editor, usted y yo tenemos un pacto. Un contrato con muchísima más importancia que cualquiera que se pueda firmar en un papel. Nuestro contrato, es incluso existencial.-
            Adam dejó de pensar inmediatamente en la editorial. Aquel hombre estaba loco. Quizá se trataba de alguno de los muchos lectores de sus novelas. Uno que había perdido la razón lo suficiente como para secuestrarle. El interrogador se encorvó hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros. Una maliciosa sonrisa de oreja a oreja delató unos dientes tan blancos como las paredes y el suelo, perfectamente alineados. Adam intentó apartarse, pero era incapaz de mover su cuerpo.
                 -Tiene miedo Adam, lo veo.-
            -¿Qué quiere de mí?, ¡dígamelo!- Su voz sonó como el murmullo de un niño asustado en una habitación oscura.
            -Que vuelva a llevar a cabo su función. Usted tiene un don, y lo está desaprovechando. Por eso estoy yo aquí, para asegurarme de que usted lo aprovecha, cumpliendo nuestro trato.-
            Adam trató de recordar, pero el rostro de aquel hombre se escapaba a sus esfuerzos.
            -Usted y yo no tenemos ningún trato, yo jamás le había visto antes.-
            -Se equivoca, usted me ha visto antes Adam, me conoce, igual que yo le conozco a usted.-
            -Usted no me conoce, puede haberme espiado, pero no me conoce.-
-Le conozco Adam. Lo sé todo sobre usted. Y, aunque no lo crea, usted lo sabe todo sobre mí.- El escritor temblaba mientras el misterioso hombre que lo sabía todo acerca de él lo miraba ansioso. Estaba tan cerca que Adam podía percibir el olor a menta de su aliento y el calor de sus espiraciones.
            Entonces le sostuvo la mirada un instante y no le hizo falta más. Charles Mayer. El interrogador se echó de nuevo hacia atrás y volvió a sentarse
            -Parece que ya me ha reconocido.- Dijo con una sonrisa.
            -Es imposible, usted no existe.-
            -Quizá no exista en el mundo real, pero existo en su mente. Ahora recuerda de lo que soy capaz.-
            Adam se envalentonó, aún no entendía todo, pero si parte.
             -No puedes hacer nada, no eres más que un asesino inventado para escribir una estúpida novela.-
            -No esté tan seguro. Recuerde todas aquellas cosas que escribió. Cómo torturé a esa joven, cómo asesiné a aquel detective... Creo recordar que usaste los más perversos recovecos de tu mente para escribir aquella escena, realmente brillante, conseguiste asustar a muchos lectores.-
             -No eres más que un personaje. No existes, no puedes dañarme.-
            -Ahora que sabe quién soy yo, quizá llegue a entender qué hacemos aquí.- Adam había perdido el miedo. Comprender algo de la situación le había renovado las fuerzas.
            -No entiendo qué hacemos aquí, ni siquiera sé cómo hemos llegado a este lugar.- Charles Mayer se arrellanó en la silla y resopló.
            -¿Sabe?, estoy harto, voy a acelerar un poco las cosas- El maníaco se levantó y salió por la puerta. Adam se quedó allí, inmóvil, esperando cualquier cosa. Charles Mayer no era más que un psicópata que había inventado para una novela, aún no se explicaba que ocurría, pero sabía que no podía hacerle daño.
            Unos golpes resonaron al otro lado de la puerta, acompañados de pasos y los llantos de una niña. La puerta se abrió lentamente. Susan, la hija de Adam, lloraba desconsolada mientras Charles la llevaba cogida por los hombros.
            -Di hola a papá Susan.- La sonrisa de Charles procedía de las más terribles pesadillas del escritor.
            -¡Susan!, ¡Suelta a mi hija cabrón!- Charles agarró por el pelo a la niña, que aumentó sus sollozos.
        -¡Cállate si quieres que viva!- El escritor intentaba moverse, pero era inútil, algo le oprimía y le mantenía inmóvil.
            Charles agarró a la niña de la cabeza y le colocó ambos pulgares sobre los párpados llorosos.
            -Sabes que va a ocurrir a continuación Adam, ¿quieres que ocurra?-
            Adam era incapaz de no llorar.
         -Por favor, deja en paz a mi hija, por favor…- El aterrorizado escritor notó como las lágrimas le mojaban las mejillas.
            Charles Mayer sonreía mientras agarraba a Susan.
            -Vuelve a escribir Adam. Vuelve a escribir o poblaré tus noches de las peores pesadillas que jamás hayas soñado. Verás a tu mujer descuartizada y a tu hija colgada de un árbol, ¡vuelve a escribir!- La voz del psicópata se alzó cuando sus pulgares se hundieron contra los párpados de Susan, reventando sus ojos.
            -¡NOOOOOOOOO!-.
            Adam se levantó temblando y sudoroso. Se había incorporado tan rápido que notó un ligero mareo. Su mujer, a su lado, dormía plácidamente. El escritor corrió a la habitación de su hija y abrió la puerta. Estaba dormida y arropada.
            Todo había sido una pesadilla… fue a la cocina, intentando no hacer ruido. Se preparó un café cargado y se dirigió a su despacho. Eran las cuatro de la mañana y el único ruido audible era el de sus tímidos pasos que hacían crujir el parqué de madera. Se sentó frente al ordenador…
            La mesa de trabajo estaba atestada de papeles. Pulsó el botón de encendido y la tenue luz de la pantalla alumbró el despacho. Cerró la puerta y volvió a sentarse. Preparado el ordenador, abrió el Word, y con la mano temblando bebió un amargo trago de café caliente. Se puso las gafas y mientras tecleaba vio aparecer las palabras en el blanco folio digital:
“El retorno de Charles Mayer…”

            

viernes, 11 de abril de 2014

Verso a verso

Bueno gente, ya me tocaba publicar a mí después de lo que he insistido a los demás. Dada la intención social del blog, me parece adecuado que mi primera entrada sea este poema que escribimos juntos Javi Rubio y yo alternando versos suyos y míos el miércoles durante XVII. Eran las 9, no seáis muy duros:


Verso a verso

Cuando inclina el sol sus manos
y las nubes escupen sus lágrimas
cesa el ocaso las páginas
y acallan las sombras sus pasos.
Respira el olmo cansado
recordando días mejores,
sonriendo inerte a las flores
junto a un caracol varado.
Araño el sueño que arde sin fuego
del que brotan pérfidos besos
sin nombre ni dueño
que exigen ser robados
de las garras de mis cicatrices
tras algún vidrio empañado.
Dime el nombre del silencio
con un alarido infame,
deja que la Muerte calle
como calla y muere el necio.

jueves, 10 de abril de 2014

La noche de George

Bueno. Aquí os pongo otro relato. Stephen King es uno de mis escritores favoritos y el género de terror me encanta. Espero que os guste este, lo escribí este invierno. Así mismo leyendo un libro que me dejó Susana leí esta definición y me pareció perfecta asi que decidí incluirla en el relato.

La noche de George
(…)El miedo (y hasta los hombres más arrojados pueden tener miedo) es algo espantoso, una sensación atroz, como una descomposición del alma, un espasmo tremendo del pensamiento y del corazón, cuyo simple recuerdo produce escalofríos de angustia.
El miedo, Guy de Maupassant.

No había nadie en aquella habitación, sin embargo sentía que no estaba solo. Sus ojos recorrieron una vez más la oscuridad en busca de aquella presencia no invitada que lo intranquilizaba. Nada, ni el más mínimo indicio aparte de su sensación. George tenía tan solo siete años, y una mente propensa a la imaginación y las pesadillas. <<Los monstruos no existen George, son solo inventos para dar miedo>> le decía su madre una y otra vez. Su padre era distinto, en vez de consolarle le reprendía. Si por algún motivo se acercaba a la cama de sus padres en mitad de la noche diciendo que tenía miedo, su padre se levantaba de la cama y le decía <<¡Vuelve ahora mismo a la cama!, ¡a dormir!>>, su madre trataba de tranquilizarle pero el resultado era siempre el mismo, volver a la cama. George había aprendido aquella lección, ir a la cama de sus padres en mitad de la noche cuando tenía miedo no servía para nada.
            El viento golpeaba las cortinas con fuertes soplidos. Éstas, por su parte, se limitaban a resistir las embestidas produciendo un sonido repetitivo e indiferente, ajenas a todo lo que pudiera pasar dentro de la habitación a la que protegían de la luz y el viento. Pero lo peor no eran las cortinas, eran los ruidos. Los ruidos inexplicables que ocurren en cualquier casa por la noche despertaban su imaginación. Al oírlos con los ojos cerrados, su mente proyectaba la imagen de un hombre putrefacto, sepultado entre los cimientos de la pared y arañando las vigas con sus uñas descarnadas. Sus ojos no tenían párpados, estaban abiertos e implacables transmitiendo agonía y miedo. Un miedo esencial, en su estado más puro.
            Cerró los ojos con fuerza y apartó esa imagen de su mente. De nuevo volvió a abrirlos para encontrarse de nuevo con el mismo cuadro negro. Conocía su habitación de memoria, cada pequeño recoveco desde el que un par de ojos podían estar al acecho. La cortina seguía meciéndose ante el furioso viento de la noche.
Una imagen distinta asomó al lienzo de su mente. Era el mismo cadáver que arañaba las paredes, pero esta vez había trepado la fachada y estaba allí, detrás de la cortina, golpeándola y arañándola, intentando entrar para hacerle daño. El corazón de George comenzó a latir peligrosamente rápido. Sus ojos estaban fijos en la cortina que se movía una y otra vez mientras el cadáver putrefacto sin párpados la golpeaba. Tragó saliva e hizo de nuevo el mismo esfuerzo para apartar el pensamiento. Esta vez le costó más pero funcionó.
            Mientras se iba relajando poco a poco, en su interior permanecía algo indescriptible que lo mantenía tenso. George se lo imaginaba como una bola negra en su estómago que iba rebotando de un lado para otro sembrando miedo. Al notarla, ya supo que esa noche le costaría dormir. ¿Qué podía hacer? Ir a ver a sus padres y que su padre gritara: << ¡George deja de decir estupideces, vete a dormir ahora mismo!, ¡a la cama! >>. Tenía miedo sí, pero aquello acabaría con la primera luz del día, el enfado de su padre duraría hasta la noche siguiente. Su madre trataría de consolarlo, pero le mandaría de nuevo a la cama. Como George debía aprender muchos años después, los padre deben formar un frente común.
            El tiempo pasaba lentamente y la sensación molesta no desaparecía. Su respiración entrecortada se aceleraba a ratos cuando surgían las imágenes aterradoras en su imaginación. Finalmente, en el momento álgido en el que parecía que no podría aguantar más, sintió como de golpe todo su cuerpo se relajaba. Las sábanas, remetidas por debajo del colchón para que no pasara el frío, se convirtieron en apretadas cadenas que le impedían sacar los brazos o siquiera moverse. Algo se avecinaba, lo llevaba sintiendo toda la noche, todas las noches de aquella semana, pero ahora era consciente. Sus pesados párpados se abrieron para vislumbrar la oscuridad que le rodeaba y fue entonces cuando oyó una voz. Era una voz normal, quizás algo seca, y en el momento le pareció incluso hasta cordial.
            -Hola George-. Su cuerpo trató de buscar el origen. ¿Quién estaba hablando?, ¿Quién estaba allí en la habitación con él?
            -No intentes moverte George, no lo conseguirás.- El armario que estaba a la derecha de su cama se abrió lentamente dejando entrever sus oscuras entrañas, sin embargo allí no parecía haber nada. Tras el sonido chirriante de la madera se oyó de nuevo aquella voz.
            -Sé que tienes miedo George, por eso estás oyéndome. Puedes hablar George, no tengas miedo.-
            El pequeño niño de siete años se había meado encima. Al darse cuenta de lo que estaba sucediendo recordó que sus padres dormían en la habitación contigua y gritó con todas sus fuerzas.
            -¡Mamáaaaaaaaaaaa…!-
            Su grito le pareció alto y claro, un sonido que se habría oído fácilmente en cualquier lugar de la casa e incluso del edificio. Pero de nuevo la voz tomó el turno de palabra con una potencia mucho más alta que cualquier grito. Esta vez era una voz infrahumana, que resonó por la habitación y caló en el alma del pequeño niño.
            -¡Deja de gritar George!, tus padres no pueden oírte. Ahora estás sólo conmigo.- George estaba hiperventilando. Sentía un ligero mareo que se acentuaba cada vez más. A lo largo de su muslo el pijama empapado de orina caliente empezaba a irritarle la piel. Se sentía desvanecer. Su mente, incapaz de encontrar una explicación, parecía hablar por sí sola, haciendo resonar las mismas palabras una y otra vez: <<Cuando la gente está muy asustada se desmaya, eso quiero yo, desmayarme y morir para que todo esto acabe>>. Del armario salió un ruido seco. Parecía el de un animal atrapado que luchaba por salir aún sabiendo que sus esfuerzos serían inútiles. George miraba fijamente el negro intenso del interior, quería ver qué era eso, saberlo no le ayudaría, pero su mente buscaba una explicación que el niño no deseaba comprender.
            De pronto notó como pequeños fragmentos de pared le caían contra la cara como la lluvia durante las tormentas. Se giró bruscamente y vio unos dedos huesudos y de uñas largas que escarbaban desde dentro de la pared hacia afuera, luchando por salir. Producían un sonido agudo y desagradable, al pequeño George le recordó al sonido que hacía una tiza chirriante contra la pizarra. Comenzó a gritar de nuevo, aunque sabía que sus gritos no servirían de nada. Las sábanas y el edredón estaban más tensos que nunca abrazándole tan fuerte que seguía sin poder mover su cuerpo a pesar de que utilizaba todas sus fuerzas. Un enorme trozo de pared cayó sobre la cama y una mano putrefacta llena de heridas y pústulas quedó liberada. Con una parsimonia peligrosa la mano liberada comenzó a arañar la pared que seguía derruyéndose lentamente dejando a la vista más y más de la otra mano que comenzaba a liberarse de su atadura de cemento. George solo podía observar y gritar.
            De ambos huecos de la pared salían ahora dos manos enteras con el yeso acumulado debajo de las uñas inertes. Ambas se retiraron y a través de uno de los huecos George le vio. Era un cadáver seco y decrépito. Sus horribles facciones se mostraban amorfas y retorcidas como una enredadera que se enrollara sobre sí misma. Fue entonces cuando un horrible ojo amarillo con una pupila tan negra como la noche asomó por el agujero y miró a George.
            -Te veo George, te veeeooooo…- La monstruosa voz lo estaba cantando y, aunque no le veía la cara, George supo que estaba sonriendo, anticipándose al delicioso bocado que le esperaba. Eso fue lo último que vio el pequeño antes de desmayarse.
            A la mañana siguiente el sol salió tan brillante que parecía apartar las nubes de tormenta de la noche anterior. George y Lisa King se levantaron a las nueve, como cada sábado. Pero aquel día habían planeado algo especial. Se llevarían a George al campo, a ver la nieve. Su pequeño hijo aún no tenía ni idea, pero ambos creían que le gustaría el plan y, de paso, que se cansaría, lo que le vendría bien para dormir. Las últimas semanas George había estado pasando mucho miedo por las noches. Cuando Lisa le había comentado el problema a su marido este le había respondido: << Qué más da Lisa. Es un niño. Los niños siempre pasan miedo y hay que enseñarles a dominarlo. ¿Qué mejor manera de dominar el miedo que enfrentándose a él?, si aprende que noche tras noche no ocurre nada en su habitación dejará de tener miedo>>. Lisa encontró el argumento razonable y no hizo nada. El joven matrimonio se duchó, se vistió y sacó la ropa de abrigo y las botas para ir al campo. Todo estaba listo, ahora solo quedaba darle la sorpresa.
            Con una sonrisa en el rostro ambos cónyuges se dirigieron al dormitorio de su pequeño hijo y abrieron la puerta. George dormía plácidamente. A Lisa le encantaba ver dormir a su hijo. La hacía sentirse madre, la protectora de su pequeño. George padre se acercó a la cama de su hijo y, besándole en la frente le dijo: -Despierta hijo, tu madre y yo venimos a darte una sorpresa-.
            Cuando el pequeño volvió a abrir los ojos, creyó por un momento que había muerto y que aquello era el cielo. ¿Qué había ocurrido anoche?. Recordaba imágenes horribles en diferentes partes de su habitación, pero nada concreto. Sobre todo recordaba una sensación, miedo, mucho miedo. La persiana estaba subida y no hacía ruido; el armario estaba cerrado y no surgía ningún grito monstruoso, y lo más importante; la pared estaba perfectamente. Allí no había ocurrido nada. Todo había sido un mal sueño que le había parecido muy vivido, nada más. Entonces vio a su padre. –Hijo, mamá y yo hemos pensado que nos vamos a ir a dar una vuelta por el campo, ¿qué te parece?. Puedes llevarte tu trineo y tirarte por las pendientes y también podemos hacer una guerra de bolas de nieve, lo que tú quieras.-
            ¡El campo con nieve! A George le encantaba. Una sonrisa asomó a su rostro. Ya se había olvidado de todo lo que había soñado la noche anterior. ¿Qué más daba eso ahora? Se iba a la nieve. Entusiasmado George abrazó a su padre gritando -¡Sí!, ¡sí!, ¡sí!...- mientras Lisa miraba a sus dos hombres de la casa con una sonrisa en el rostro. La familia King se preparó para ir al campo y, cinco minutos después de que llegara la asistenta, se habían marchado para pasar un día a lo grande.
            -Haga usted la habitación de George y luego limpie un poco el salón Flor, no se preocupe demasiado y márchese pronto que seguro que tiene cosas mejores que hacer que estar limpiando por aquí- Le dijo Lisa King a su asistenta.

La mujer sudamericana con una sonrisa en el rostro le respondió: -Como usted quiera señora, pasen un gran día-. Flor comenzó la faena. Lo primero que haría sería hacerle la cama al pequeño George. Quitó las sábanas y el edredón y el intenso olor a orina no le impresionó. Según le había dicho Lisa, George estaba pasando malas noches y desde que ella iba a limpiar a la casa de los King (desde hacía más o menos 2 años) George solía mojar la cama al menos una vez por semana. Que las sábanas estuvieran manchadas no era lo extraño. Lo extraño fue que, al retirar la sábana, miles de pequeños fragmentos de pared cayeron al suelo. Flor los recogió y miró la pared. No parecía que hubiese ningún agujero. Apartó la cama en busca del lugar de donde habían salido aquellos diminutos trozos y encontró un minúsculo agujero en cuyo interior solo se vislumbraban tinieblas. Cuando Flor miró por el agujero creyó oír una risa cruel.