Muro Je t'aime

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domingo, 4 de mayo de 2014

La revolución.


Un pequeño vómito de hace mucho tiempo. Perdonad que sea un poema tan desordenado y hermético. Libre interpretación:

La revolución llegó
cuando todos nos habíamos marchado.
Las trompetas. El cambio
esperaba una llamada hueca,
la víspera de una solución,
el estruendo del mar
rompiendo la marea
entre sus dedos;
todos se arañaban los huesos
besando las puertas.
Del vientre nacían
la vida y la madre,
el hombre y la tierra,
la muerte, la esperanza.
A las sombras vacías
iban a bañarse los sueños
y el delirio infantil
de haber sido un héroe
cubierto de polvo seco.
Y mientras la agonía
se posaba en hombros
de la crisálida nube
de mármol,
tú y yo persuadíamos
al dolor y al fuego
vivo sin llama
arrepentido de ser
padre
de tus cenizas.
Al desierto y del desierto
venían nuestras pasiones
ligeras de equipaje,
pero tú ya sabías
el destino que tienen las dudas,
y cubriste de falsas verdades
mi techo de nieve,
derrumbado por el peso
del tiempo fatigado
de correr sin descanso.
La voz del que calla
se escuchaba entre cortinas,
culpándote del origen
de los pálidos muelles
desiertos, sin almas,
sin barcos encallados
en sueños de arena.
“Te perdono” dijiste en voz baja,
y anidaste un alfiler de hielo
en mi pecho lejano.
Me acusé de amar
sin ser amado,
de volver
sin haber regresado,
de olvidar
sin haber perdonado.
Te juzgaron por libre
en esta habitación de extraños,
hombres de ciencia
entregados a la pobreza
del soberbio mal
del sabio.
Pero resististe,
fundida en oro y sangre,
en estiércol y plata,
en tediosa fama,
asidua, perdida,
apagada vela
en tu dolorosa doctrina.
¿Cómo pudiste dejar
el olvido
en el fondo
del vaso más vacío?
Así volvió el abandono
a su nido de paja
y hierro,
así volvió el viento
a sus alas,
así sueña cómo muere
la memoria
entre tus sábanas.
Tanto tiempo
buscamos en los ríos verdes
la salud de toda madrugada
el brillo lunar de las sonrisas
que ya estaban apagadas,
y no encontramos más que tinta.
No.
No encontramos nada.

La justicia fue silenciosa,
sobornada y certera.
La revolución llegó
y la soledad ganó la guerra.

2 comentarios:

  1. Las guerras llegan y nos dejan sembrados de arroz . El arroz es para los pobres , pobres que han perdido el paraíso y contemplan el cuenco de solitarios granos blancos , como la comida que les dará la vida ; la gran guerra.
    Un soldado siempre sueña con cumplir bien su trabajo , y el trabajo es la lucha . Luchando pues , se vuelve al paraíso arrebatado . ¿Y se olvida? Olvida solo el que no merece ganar , los que perdieron siempre se acuerdan ,y recuerdan su paraíso , aquel verde en llamas que en juventud dio alimento para muchos y hogar para otros tantos. Así pues , que vengan los invasores , quizá alguno sea digno de quedarse en el paraíso y crear otro lenguaje y llenar de otra cultura exótica al corazón sentido imberbe .
    No todo lo que nos queda es sufrimiento , después del gran fuego en la tierra llegaron los monos...los humanos y luego los guerreros.
    El continúo crecer , sangrar , sanar ... trae primavera . Y las flores están ahí para tutelar , olvidados tan deprisa que lo más vulnerable es lo más hermoso...

    Y yo te digo , que los tiempos venideros lloverán amapolas ; habrá sangre , habrá aventura.

    ¡¡Me ha gustado mucho!!

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    Respuestas
    1. Karen, me haces mucha gracia haciendo literatura como comentario de la literatura de los compañeros xD aprovechas cualquier momento para dejar salir tus monstruos. Eso está bien.

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